Managua se acerca a la cúspide del cinismo cuando acusa falsamente a Costa Rica de tener un ejército o de albergar el propósito de construirlo
Rusia mantiene relaciones amistosas con los países de la región, Costa Rica incluida, pero no lo piensa dos veces antes de armar a Nicaragua
Nicaragua acusa a Costa Rica de crear justificaciones para el restablecimiento de un ejército. La acusación es absurda y la constatación de la mentira no ofrece dificultad. En nuestro país no hay un tanque ni un avión de guerra, tampoco artillería pesada u otros equipos necesarios para una empresa bélica. Ocultarlos en nuestro reducido territorio o adquirirlos en secreto, obviando la transparencia del régimen presupuestario nacional, sería imposible.
Nada de eso obsta para una reedición de las acusaciones cada vez que nuestro país reclama las arbitrariedades del Gobierno sandinista en la región fronteriza. Si Costa Rica protesta por la apertura de dos canales concebidos para crear una nueva desembocadura del río San Juan en territorio costarricense, Nicaragua lo atribuye a las fuerzas de la naturaleza y añade la coletilla del supuesto pretexto para crear una fuerza armada.
Jacinto Suárez, secretario de Relaciones Internacionales del Frente Sandinista de Liberación Nacional, aprovechó la intervención de la presidenta, Laura Chinchilla, ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas para volver sobre el punto. La mandataria pidió al organismo internacional mayor rigor frente a los abusos de Nicaragua, no porque San José prepare el terreno para repeler por las armas las transgresiones de Managua, sino porque el mejor medio para mantener los conflictos en el cauce de la diplomacia y el derecho es exigir respeto para las órdenes emanadas de autoridades competentes.
Nicaragua burló las medidas cautelares de la Corte Internacional, un organismo de la ONU, y la prueba fotográfica de su transgresión es tan irrefutable como risible la atribución de los nuevos canales a la fuerza incontrolada de la naturaleza. Costa Rica no respondió con un solo ademán bélico. Acudió al organismo de donde nace la autoridad de la Corte para denunciar el desacato del vecino y su menosprecio por el derecho.
No hay forma de extraer de la justa denuncia el propósito de revertir la histórica decisión de abolir el ejército. Dentro de la lógica perversa del Gobierno sandinista, habría, sin embargo, motivos para agradecer a Jacinto Suárez sus declaraciones. En otras oportunidades, los vociferantes de Managua han ido mucho más lejos para acusar a Costa Rica de mantener un ejército solapado. Las declaraciones del secretario de Relaciones Internacionales desmienten esas versiones cuando nos adjudican la intención de crear una fuerza armada en el futuro. Ni una cosa ni la otra es cierta, pero la contradicción no deja de ser significativa y tampoco es despreciable su utilidad para desenmascarar las falacias.
Managua se acerca a la cúspide del cinismo cuando acusa falsamente a Costa Rica de tener un ejército o de albergar el propósito de construirlo, sin reparar en la existencia del propio, un hecho público y notorio. Mientras condenan a su pueblo a la miseria e intentan vestir a Costa Rica de verde olivo, los sandinistas se ufanan del poder de sus fuerzas armadas y hacen una ostentación casi infantil de sus títulos militares.
Si la acusación de militarismo contra una democracia desarmada acerca a los sandinistas a la cúspide del cinismo, no cabe duda de que la cima la alcanzaron con la nueva andanada de cargos, coincidente con renovados impulsos armamentistas de Managua, incluyendo la compra de seis poderosas naves artilladas. Según el El Nuevo Diario , de Nicaragua, las fragatas se preparan en el astillero Fair-Nevsky, en San Petersburgo, y están equipadas para el ataque.
Al conocer la noticia, nuestra Cancillería reaccionó con preocupación. “Nos cuestionamos cuál es la necesidad de tener ese tipo de armamento”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Enrique Castillo. Otros países del área también mostraron inquietud por los desequilibrios creados por las compras de armamento para las fuerzas armadas de Nicaragua. Falta, sin embargo, protestar ante los proveedores de fondos y de armas. Rusia mantiene relaciones amistosas con los países de la región, Costa Rica incluida, pero no lo piensa dos veces antes de armar a Nicaragua. Estados Unidos y Europa colaboran con Managua y le proveen financiamiento que, directa o indirectamente, sirve a la belicosidad sandinista.
Es hora de poner estos temas sobre el tapete, con nuestros amigos y con quienes solo aparentan serlo.
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Fuente | nacion.com/
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