El asalto a la base “con fuego de lanzagranadas y morteros” tuvo lugar ayer, informó Lisenko, que aseguró que los oficiales de la unidad rindieron el cuartel sólo después de “averiar toda la maquinaria militar”.
Entre el armamento incautado por los milicianos hay un sistema móvil de lanzamisiles tierra-aire “Buk”, capaz de derribar todo tipo de aeronaves, aunque según las autoridades ucranianas está averiado.
Cuando quedan muy pocas horas para que expire el alto de fuego prorrogado por el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, hasta las 22.00 hora local de hoy (19.00 GMT), las escaramuzas no cesan en las regiones de Donetsk y Lugansk.
La Guardia Nacional de Ucrania, cuya retirada de las dos regiones exigen los líderes prorrusos, da los últimos pasos para terminar de cercar la ciudad de Slaviansk, símbolo y bastión de la rebelión prorrusa que estalló a mediados del pasado mes de abril.
“La Guardia Nacional ha atacado nuestras posiciones en la localidad de Nikoláyevka (al este de Slaviansk). Si toman Nikoláyevka, Slaviansk quedará totalmente cercada”, dijo a la agencia rusa RIA Nóvosti un portavoz de las milicias que combaten en esa ciudad.
Precisamente a través de Nikoláyevka y la vecina ciudad de Séversk pasa la última ruta que conecta Slaviansk con el resto del mundo, una vía que permite abastecer de alimentos y agua la ciudad, y de armas y refuerzos a los rebeldes.
Tras casi diez días del supuesto alto el fuego, de cuya violación se han acusado mutuamente los dos bandos enfrentados en el sureste del país, Ucrania parece estar lista para lanzar la ofensiva definitiva contra los insurgentes.
“Por supuesto que ya tenemos un plan”, respondió Lisenko a los periodistas que le preguntaron sobre las acciones que emprenderán las fuerzas ucranianas después de que expire el alto el fuego.
Mientras, la comunidad internacional deposita sus esperanzas sobre el presidente de Ucrania, quien puede impedir una nueva escalada del conflicto si decide volver a prorrogar el alto el fuego.
Para ese objetivo Poroshenko volverá a mantener hoy una conversación telefónica a cuatro bandas con su homólogo ruso, Vladímir Putin, y los líderes de Alemania y Francia, Angela Merkel y Francois Hollande, respectivamente.
Kiev, sin embargo, carga esa responsabilidad sobre Rusia, a quién trata como parte beligerante en el conflicto y atribuye la capacidad de meter en cintura a los rebeldes para obligarles a deponer las armas.
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