El campo de tiro de Medano del Oro en Huelva sirve de escenario a un ejercicio de protección a la población civil Tres baterías del Regimiento 74 con misiles 'Hawk' y 'Patriot' son desplazadas desde Sevilla y Cádiz
La niebla matinal cede y revela nubes de tormenta. Una sudestada encrespa las olas y sopla entre los pinos, pregonando al Atlántico. El trino de carboneros y cogujadas se funde con el parloteo de rabilargos, que picotean entre el sotobosque. Una estampa calma y bucólica en la costa onubense.
De repente, en un claro del pinar, una hidra mecánica se yergue y apunta al cielo sus dos cabezas ojivales. Un amenazador siseo y un par de misiles Hawk despegan rumbo al océano, volando a 618 metros por segundo. Su objetivo se encuentra a 40 kilómetros. Buscan un avión Banshee, en veloz avance hacia el litoral. Y cuando una aeronave se llama como la espectral dama gaélica, heraldo de la muerte, la cosa pinta mal.
Los Hawk aciertan blanco y las tornas cambian. Los propios sensores del aerodino emiten la señal de "alcanzado" ante la inminencia letal de los misiles. El blanco se certifica como "destruido" y el Banshee vira hacia alta mar, para atacar de nuevo, animado con las peores intenciones.
En la costa, dentro el campo militar de tiro de Médano de Loro, la tensión no cede. Cuatrocientos militares y 60 vehículos todo-terreno, 40 de ellos camiones de gran porte, se reparten por la zona, camuflados bajo carpas de redes mimetizadas. Son efectivos del Regimiento de Artillería Antiaérea 74 (RAAA-74) del Ejército de Tierra.
Los anuarios estratégicos catalogan al RAAA-74 como una de las unidades tecnológicas más avanzadas de la Fuerza Terrestre española. También, la situan en el segundo lugar de Europa en potencia anti-aérea, tras del Ala Militar 1 de Misiles de Defensa Aérea de Alemania: la Flugabwehrraketengeschwader 1 (con ese nombrecito, ya podrán).
Pero si el Regimiento 74, con sede en El Copero (Dos Hermanas, Sevilla) y base avanzada en el acuartelamiento de Bellavista en Campamento (San Roque, Cádiz), se despliega hoy en este tramo de la costa onubense es para acometer un ejercicio que elevará su capacidad en defensa de la población civil, frente a ataques aéreas.
Buena prueba de la envergadura técnica de esta maniobra es la presencia de tres de las máximas autoridades castrenses españolas: el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Fernando García Sánchez; el General Jefe del Estado Mayor del Ejército, Jaime Domínguez Buj; y el propio Jefe de la Fuerza Terrestre del ET, teniente general Juan Pérez Crussell.
Otro muestra de su importancia: la maniobra programa el disparo de hasta diez misiles, dos Patriots y ocho Hawks.
"El Ejercito siempre aspira a mantener activas sus capacidades -explica el comandante Juan Francisco Monge, oficial de Inteligencia y Operaciones del RAAA 74. En este caso,buscamos dar cobertura a un territorio y a su población civil. Nos adiestramos en desplegar un 'paraguas' de seguridad, para salvaguardar vidas y viviendas, instalaciones industriales, zonas de producción agrícola y los recursos naturales de un territorio".
La magnitud del empeño es considerable. Se trata de amparar a una población de 253.000 habitantes (la provincia de Huelva tiene 523.000), estableciendo una area de protección de casi 3.000 kilómetros cuadrados. Sobre un mapa y de Oeste a Este, esa invisible cúpula defensiva comienza en Matalascañas, sube hacia el Lucio del Lobo (junto al río Guadiamar), continúa por Almonte, Bollullos Par del Condado, San Juan del Puerto, Cartaya, Lepe e Isla Cristina. Por descartado, Huelva capital, su puerto y el polo químico, así como Moguer y el cercano Mazagón; se encuentran bajo este paraguas. Un escudo sutil que protege instalaciones y recursos valorados en más de 1.700 millones de euros.
Defender semejante espacio comporta un gran esfuerzo logístico y estrategico. Para lograrlo, el RAAA-74 , bajo las ordenes del coronel Ignacio Fuente Cobos, despliega tres baterías lanzamisiles. Dos ellas, la cuarta (llegada desde Sevilla) y la segunda (radicada en San Roque, Cádiz) cuentan con los ya citados Hawk, de alcance medio (50 kilómetros de rango).
La tercera batería, la novena (tambien ubicada en Cádiz), cuenta con los sofisticados misiles Patriot de largo alcance ( hasta170 kilómetros).
Finalmente, el regimiento despliega su Unidad de Reparaciones III, para proveer de asistencia mecánica, electrónica y de calibración, a las anteriores.
Un esfuerzo así no responde a mero capricho. La OTAN ha instado a sus miembros esta capacidad, tras los ataques de Siria contra Turquía, que causaron 97 muertos y 113 heridos, todos ellos civiles. Tales agresiones sólo acabaron cuando tres países de la OTAN(Alemania, Holanda y EEUU) desplegasen baterias de Patriots en la frontera turca.
"Durante la semana hemos entrenado con ayuda de los harriers de la Armada -precisa el comandante Monge-. Hoy, actuan los aviones blancos Banshees y Scrabs porque haremos fuego real y se contempla la destrucción de un objetivo".
Estos últimos aparatos son unos aeromodelos especiales, desarrollados por el Instituto Nacional de Tecnica Aerospacial (INTA). Su señal de radar imita la de varios tipos de cazas de ataque y de misiles adversarios. Vuelan más lento que un reactor de combate, pero su maniobrabilidad los hace más peligrosos:
"Un banshee puede girar a velocidad cero -ilustra el comandante Monge-. O sea, cambiar de rumbo, revolviéndose sobre sí mismo. Eso les hace capaces de desengacharse (escapar a la iluminación y seguimiento del radar), mientras que un caza no logra hacerlo, pues precisa decenas de metros para virar,debido a su mayor velocidad"
El sargento primero Fran Gallardo, lanzador experimentado en Hawks, con dominio de inglés y francés y varias misiones internacionales en su palmarés, se convierte en un guia valioso para los periodistas del Grupo Joly.
Gracias a su inapreciable concurso y al del capitán Antonio Jesús Ruiz Ríos, responsable de prensa de la Futer, los informadores acceden incluso a las estaciones lanzadoras.
"La caja de la batería -explica Fran Gallardo, señalado a un bunker de hormigón en el suelo-. Brinda refugio a los especialistas de cada lanzadera. Está a 60 metros de ella, pues el rebufo de los misiles levanta piedras, que salen despedidas como si fueran balas. Por eso llevamos los cascos y chalecos antifragmentación. Además, cada batería tiene un patio de seguridad de casi 400 metros. Nadie no autorizado puede rebasarlo, cuando están armadas".
Es una buena precaución. Cuando los patriots comienzan a ser disparados, a casi un kilómetro distancia, el suelo vibra bajo los pies y el aire trepida.
Por fortuna ese estrepito es breve. Cada uno de esos misiles recorre 1.600 metros por segundo y desparecen raudos de la vista. Sus detonaciones ni siquiera llegan a oirse desde la costa.
Luego, tras unos minutos, regresan los trinos y la calma.
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Fuente | diariodesevilla.es/
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