Corea del Norte detona bomba atómica de 6 kilotones

La detonación de una bomba atómica más pequeña y potente evidencia la capacidad del régimen de construir cabezas nucleares para sus misiles

La tercera prueba nuclear norcoreana demuestra que el régimen de los Kim no se arredra ante la presión de la comunidad internacional. Al contrario, saca pecho. Ni siquiera las amenazas de su principal aliada, China, han sido capaces de detener un ensayo que evidencia el avance del país en la tecnología militar atómica.

Porque, ayer, Corea del Norte detonó la bomba más pequeña hasta la fecha, pero también la más potente y peligrosa. «Este ensayo está dirigido a defender la seguridad y la soberanía de nuestro país frente a la actitud agresiva de Estados Unidos, que ha tratado de violar nuestro derecho a lanzar un satélite con fines pacíficos», justificó la televisión nacional norcoreana en la confirmación de una prueba que, según los servicios secretos surcoreanos, podría no ser la última si la ONU decide imponer más sanciones al país. De hecho, podría incluso sumársele un nuevo test de misil que dejaría en evidencia las verdaderas intenciones de Pyongyang.

No en vano, Washington sostiene que el lanzamiento de aquel satélite meteorológico, que entró en órbita el pasado mes de diciembre y que muchos dudan de que esté en funcionamiento, no fue más que una cortina de humo para encubrir la prueba de un misil balístico. Y, precisamente, lo que más preocupa a la comunidad internacional es que Pyongyang esté más cerca de contar con la capacidad para equipar ese misil, que puede alcanzar territorio de Estados Unidos, con una cabeza nuclear similar a la detonada ayer.

Situada a un kilómetro de profundidad y con una potencia de 6 o 7 kilotones según la Inteligencia surcoreana, el artefacto, «miniaturizado y mucho más ligero», provocó un seísmo de magnitud 5,1 en la escala de Richter que se sintió durante 10 segundos hasta en la provincia china de Jilin. Es la explosión nuclear «más grande» de las tres que ha llevado a cabo Corea del Norte. No en vano, la primera, en 2006, no alcanzó ni 1 kilotón, mientras que la segunda, tres años después, rozó los 5 kilotones. La bomba que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima en 1945 tenía una potencia de unos 15 kilotones.

Sin duda, el padre del actual dictador, Kim Jong-il, quien inició el programa nuclear militar, tiene razones para celebrar este sábado su cumpleaños en el más allá. Y muchos vivos se regocijarán con él. «Se demuestra que somos una nación nuclear a la que nadie puede irritar», aseguró, orgulloso, un norcoreano de la capital a Associated Press. Pero quedan demasiados interrogantes como para certificar que el ensayo de ayer ha sido un éxito rotundo.

En primer lugar, expertos surcoreanos, mencionados por la agencia de noticias Yonhap, ponen en duda la capacidad del régimen comunista para producir cabezas atómicas «suficientemente pequeñas y estables como para viajar en un misil». Además, los Kim han lanzado con éxito un cohete y han puesto en órbita un satélite, pero todavía no parecen contar con la tecnología necesaria para conseguir que ese proyectil vuelva a entrar en la atmósfera sin desintegrarse, algo vital en un misil balístico. Por último, todavía no se sabe si el explosivo utilizado en la fisión es plutonio -como el utilizado en las dos ocasiones anteriores-, uranio enriquecido -fruto del programa iniciado en 2010- o una combinación de ambos.

Y dar respuesta a esa última incógnita es clave para conocer en qué estadio se encuentra la tecnología atómica norcoreana. Lógicamente, esto es más que suficiente para que los principales enemigos del país estalinista se preocupen y pongan la voz en el cielo. Ayer, la primera en reaccionar fue la presidenta electa de la hermana capitalista de Corea, Park Geun-hye, quien aseguró que no tolerará una Corea del Norte nuclear. «El test es una grave amenaza para la península coreana y la paz internacional», dijo a través de un comunicado.

«Es una violación grave de las resoluciones adoptadas por Naciones Unidas», añadió, poco después, el secretario general de esa organización, Ban Ki-moon. Por su parte, Barack Obama se sumó a la cadena de indignación internacional. Afirmó que el ensayo no hace «una Corea del Norte más segura», y exigió una reacción «rápida y creíble» de la comunidad internacional.

Vía | laverdad.es/