EE UU Y LA OTAN TRAS EL DOMINIO TOTAL

EEUU tiene dos intereses fundamentales en la zona que vienen desde los años cuarenta del siglo pasado, cuando ocupó el lugar de Gran Bretaña como potencia hegemónica en el mundo. Dichos intereses son: en primer lugar, dominar las fuentes de energía... Uno de sus más altos representantes dijo que “si podemos controlar el petróleo de Oriente Medio, podremos prácticamente dominar el mundo”. El segundo interés es impedir que se implante la democracia. Es importante para EEUU y sus aliados que no haya democracia en la zona... (Noam Chomsky).

3/1/13

¿Por qué EE.UU. no gana en Afganistán?

Es una pregunta que se han hecho miles de veces los tanques pensantes y las agencias de inteligencia norteamericanas sobre la invasión contra uno de los países más empobrecidos de la Tierra.


Es una pregunta que se han hecho miles de veces los llamados tanques pensantes que dirigen en el Pentágono y las agencias de inteligencia norteamericanas sobre la agresión e invasión iniciada hace once años y tres meses contra uno de los países más empobrecidos de la Tierra.

Han sido 135 meses de bombardeos indiscriminados e “inteligentes”, que tienen realmente las consecuencias del primero; tácticas de tierra arrasada con contaminación radiactiva de algunas zonas; connivencia con un gobierno impuesto que al final no cumple con todas las “orientaciones” y hasta negocia con el enemigo iraní; tácticas para dividir la resistencia y utilización de los “señores de la guerra”, con el resultado conocido de no solo permitir, sino también de sacar provecho de la producción de drogas que ha convertido a Afganistán en el principal exportador mundial de heroína.

Son tantas las cosas malas, con un saldo de cientos de miles de víctimas inocentes, debido a la perfidia imperial, que ha arrastrado a más de 100 000 soldados estadounidenses y unos 40 000 de naciones aliadas a permanecer en una nación donde todas las etnias los odian y la resistencia, integrada principalmente por los talibanes, controla la mayor parte del territorio y solo se retira cuando hay operaciones militares de envergadura, pero sin disminuir su fuerza y dando señales de aumento.

De ahí que aunque Obama anuncie que la retirada de tropas norteamericanas se hará efectiva para el 2014, ya se sabe que miles de soldados seguirán entrenando a un ejército con elementos que causan bajas mortales a sus “maestros”.

Tal situación de vulnerabilidad del ocupante ha tomado tan altos vuelos que hace válida aquella definición del teniente general norteamericano Michael Flynn: “La inteligencia se ha centrado en investigar a los insurgentes talibanes, en lugar de conocer las características del país”.

No todos los días se dan hechos como este que les acopio, pero que supera los ejemplos de la literatura y el cine, cuando tratan del “agente doble”:

Un jordano, reclutado por la inteligencia estadounidense en colaboración con el servicio secreto de su país, actuó durante un año como informante de alto nivel, infiltrado en Al Qaeda, con la misión de localizar a uno de los líderes máximos. Una mañana llega a la base de la CIA en Afganistán. Dice que trae una información muy valiosa, y pide que estén presentes más agentes de los habituales, incluida la directora de la base. Cuando ya están todos, el tipo hace estallar la carga explosiva que lleva bajo la ropa.

Ningún alto mando lo dijo en público, porque el derrotismo se castiga en tiempo de guerra, pero todos lo pensaron: nunca ganaremos.

Ya ha pasado otras veces con miembros de la policía o el ejército afganos, leales hasta que un día se llevan por delante a media compañía. ¿Qué será lo próximo? ¿Que Karzai se destape como hombre bomba en una entrevista con Obama?

Se suele señalar la desproporción de medios de los contendientes en esta guerra emprendida por Estados Unidos. Pero este y sus aliados son quienes están en inferioridad, pues ningún misil de última generación ni avión sin tripulante es comparable a la bomba más inteligente: la humana.

Factor histórico
Cuando Estados Unidos decidió “castigar” a los supuestos autores de los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono lo hizo realmente contra una nación muy mal armada y un gobierno que, sin ser antinorteamericano, no bailaba al compás del son del Imperio y era impopular por el atraso al que sometía a gran parte de los habitantes, principalmente a las mujeres.

Pensaba que todo era “coser y cantar”, y en los primeros momentos así fue: era imposible para el Talibán sostenerse en el poder ante tamaño poder de fuego, además de las fuerzas internas hostiles que aprovechaban la agresión y posterior invasión estadounidense, con apoyo de algunos de sus aliados.

Pero la maquinaria propagandística que antecedió y siguió a la acción de Estados Unidos, siempre contra un país pequeño, no alertó sobre los antecedentes históricos de un pueblo que dejó a un lado parte de las divisiones étnicas para enfrentar al enemigo común.

Afganistán estuvo siempre en el camino de los conquistadores y es un punto de encuentro entre China, la India, Rusia e Irán, además de albergar grandes reservas de petróleo, gas, cobre y hierro.

Muchos órganos informativos no cuestionan por qué las fuerzas de EE.UU. y de la OTAN siguen luchando allí. ¿Construyendo una nación? ¿Con poco o ningún presupuesto para reconstruir el país? Como socios menores, los líderes británicos no aprendieron la lección mejor que su contraparte norteamericana.

Londres pronosticó que sus tropas podrían estar allí durante “décadas”. ¿No recordaba que desde 1839 a 1842 tropas británicas pelearon en Afganistán para poder arrebatarle esa esfera a Rusia? Ahora la OTAN hace la guerra allí, “para garantizar que otra vez no se convierta en lugar de entrenamiento para los terroristas que amenazan a Gran Bretaña”.

En el siglo 19, el imperio británico sufrió desastrosas pérdidas cuando invadió Afganistán y erigió un régimen títere en Kabul --al igual que hizo Estados Unidos (Hamid Karzai) después de la invasión de Bush en el 2001. El fantoche cayó rápidamente, cuando Gran Bretaña no pudo aplastar la resistencia.

En 1842, el pueblo afgano atacó a los ingleses que permanecieron en Kabul. El ejército británico se retiró a la India y sus oficiales creyeron que habían negociado el salvoconducto, pero durante la huída fueron muertos 16 000 soldados ingleses.

Otra página, esta dolorosa para los revolucionarios, estuvo relacionada con la acción del 24 de abril de 1974, que derrocó a la corrupta monarquía feudal y llevó al poder a jóvenes oficiales afganos formados en la Unión Soviética y que cometieron el error de proclamar el marxismo-leninismo en una nación donde el 98% de la población es religiosa.

La posterior historia es conocida: el apoyo de la Unión Soviética militar y económicamente a un gobierno sin apoyo popular resultó en la retirada de sus tropas en 1989, ante huestes opositoras entrenadas y armadas hasta los dientes por el imperialismo y las agencias de inteligencia occidentales y paquistaní.

Después, el gobierno republicano de Najibullah realizó esfuerzos desesperados por ampliar la base social del régimen que dejaron los rusos tras su retirada. Para ello intentó atraer a grupos urbanos secularizados, sectores disidentes del viejo partido comunista especialmente implantados en la minoría tadjika, tradicionalmente excluida de las esferas de poder.

El resultado es sobradamente conocido: en 1992 una heterogénea coalición de grupos islámicos tomó el poder y Najibullah tuvo que refugiarse en las dependencias de la ONU en Kabul, donde permaneció hasta la toma del poder por los talibanes, quienes lo sacaron de la delegación diplomática para ahorcarle en público y ultrajar su cadáver.

Cuando se menciona el porqué Estados Unidos agredió realmente a Afganistán en el 2001, pretextando el combate al terrorismo, a las riquezas mencionadas antes, se añadió la existencia de uranio en su suelo, la posesión de cualquier oleoducto que pase por ese territorio, y su posición geoestratégica.

Conjeturas que tienen validez, pero que toma certeza cuando se menciona el control del tráfico de drogas, un negocio que deja por lo menos 150 000 millones de dólares al año, la tercera parte de los cuales van a parar a manos norteamericanas, gracias, según testimonios serios, a los manejos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Pero, independientemente de todas estas cuestiones, se ha demostrado que no importa cuán grande sea la fuerza enemiga, su influencia y dinero para corromper : la resistencia no solo no ha sido derrotada, sino que se extiende y demuestra con sacrificio que, no importa el tiempo que pase, junto con el humano, el factor histórico está haciendo valer su peso.

Factor orgullo
Desde hace mucho tiempo la desinformación de la prensa occidental en general siempre ha colocado a los afganos en los más inferiores niveles de todo tipo, y hasta se ha burlado constantemente de ellos. Así, por citar un connotado ejemplo, ha hecho de la palabra “patán” (de la mayoritaria etnia pashtún) sinónimo de lo más bárbaro, torpe y bajo del nivel humano.

Obvia importantes cualidades de ese pueblo valiente, con ramificaciones en naciones vecinas (Es muy difícil hablar de un Estado afgano), que destaca por el orgullo de ser como es y su hospitalidad, quizás solo superada por el humilde laborioso y también valiente pastor nómada que habita en las yurtas de la planicie mongola.

Antes y después de la agresión e invasión por Estados Unidos y sus aliados se ha tratado de denigrar a los habitantes de una de las empobrecidas regiones del mundo, tratándolos como animales y utilizándolos como conejillos de indias para experimentar sofisticado armamento y prácticas mercenarias, todo un caldo de cultivo que hace confundir acciones heroicas y terroristas.

No obstante, los orgullosos afganos no han depuesto las armas ni se han rendido ante un enemigo que se aprovechó inicialmente de ellos en la lucha contra los soviéticos y de la disposición de los pashtunes de recuperar el poder ante las otras muchas etnias.

La guerra cayó en el olvido mediático, mientras las tropas ocupantes se empantanaron en el lugar y EE.UU. propiciaba la corrupción, sobretodo con el cultivo y tráfico de droga, a lo que se agregó prácticas torpes del anterior gobierno de Bush que hicieron olvidar que la principal meta era Iraq.

Fue entonces que, con fines electorales, el presidente norteamericano, Barack Obama, anunció en su primer período, y reafirmó ahora, que las tropas norteamericanas se retirarían completamente de Afganistán para el 2014, argumentando el éxito militar ocupante y la fortaleza de las tropas locales, aunque pensaba dejar una importante presencia en sus bases y mantener las semillas de otra invasión, la cultural, que también daña a los pueblos.

Si evocamos épocas ancestrales, comprobamos que Afganistán es una de las tierras más antiguas del mundo y uno de los países donde más acontecimientos se han registrado. Por estar ubicado en la Ruta de la Seda, que conectaba el Este con el Oeste de Asia, ha sido un punto en el que han convergido las grandes civilizaciones del mundo y, durante siglos, se han forjado la cultura y la identidad de esta tierra. Pero esto, que consolida el orgullo de la heterogénea nación, no lo tuvo en cuenta el invasor.

Como se sabe, Afganistán es un país musulmán, y muchas de las costumbres y tradiciones de su pueblo tienen raíces en las enseñanzas religiosas. Pero la amenaza contra esos principios ha provocado la protesta de la mayoría de los científicos, artistas e incluso políticos del actual régimen impuesto por los agresores.

Rahnavard Zaryab, escritor y experto afgano de asuntos culturales, considera la presencia permanente de las tropas extranjeras en Afganistán como el inicio de la desaparición de la cultura, lengua y las tradiciones religiosas de los afganos. Hossein Yafari, secretario general del Partido del Bienestar Nacional afgano, denunció que “el instituto estadounidense USAID financia a algunas cadenas de televisión, atizando las diferencias entre los chiítas y los sunitas, influyendo en la gente común”.

No obstante, analistas occidentales admitieron la resistencia a la invasión occidental, tanto en la destructiva militar, como en la cultural, que somete, transforma y también aniquila.

Y es que el fracaso imperial en ambos terrenos y en el intento de construir un dócil Estado en una nación tribal y multiétnica, con ramificaciones e influencias más allá de las actuales fronteras convencionales, subraya el orgullo de ser independiente de una población esté donde esté y que no se rinde ante una guerra tan extraña como cruel.

Vía | cubasi.cu

3 comentarios:

Raven dijo...

"Cuando Estados Unidos decidió “castigar” a los supuestos autores de los atentados del 11 de septiembre"

¿Supuestos? Eran y son algo más que supuestos...además de haber atentado contra otros países incluido España (tierra a conquistar según sus respetables tradiciones),

"Como se sabe, Afganistán es un país musulmán..." Lo es ahora que el imperialismo musulman ha borrado todo rastro de otras religiones y culturas ¿Recuerdas los budas? Afganistán no es musulman igual que españa no es cristiana. Es de sus ciudadanos.


Me parece un artículo muy subjetivo, claramente sesgado... me habría gustado más neutralidad y menos buenismo, por supuesto abandono del uso del mito del buen salvaje...

Saludos

Anónimo dijo...

Visto y confirmado por mas que empleen medios sutiles y sublimales de tergiversar sus acciones de acaparar riquesas , acosta de enpobrecer paices que las tienen.Se repite la epoca de las cruzadas...tratando de desaparecer sociedades musulmanas para imponer seudo democracias y poderlas manipular . Estos paises liderados por EU. Tienen que darse cuenta que la idiosincrasia de esta gente es diferente a la del occidental sino analicen sus historias........

Anónimo dijo...

la pregunta por que eeuu no puede ganar la guerra en afganista es por que no hay minerales petreleo lo unica riqueza es tener una base militar poder estar cerca de paises con riquezas y asi poder tener presensia en esos paises

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