29/12/12
Irán juega a la guerra en el estrecho de Ormuz (Maniobras Velayat 91)
Teherán realizará maniobras durante los próximos cinco días en un punto vital para las comunicaciones marítimas. Podría haber relajado su producción de uranio.
A la espera de que la presión internacional le obligue a retornar a la mesa de negociaciones, Irán sigue enseñando los dientes ante posibles enemigos. El pasado viernes comenzó unos nuevos ejercicios militares en el estrecho de Ormuz, que insistentemente amenaza con cerrar, bloqueando así el paso del 40% del petróleo mundial transportado por mar y causando el colapso lógico de las economías occidentales.
Las maniobras Velayat 91 son hermanas de las desplegadas hace un año, abarcarán un millón de kilómetros cuadrados y durarán en total seis días. Un tiempo en el que la Armada probará sistemas defensivos, de misiles, de guerra electrónica y aerodeslizadores recientemente incorporados a la flota. El régimen de los ayatolás pone en el escaparate sus progresos, pero lo más grave es que ensayará ataques reales, involucrando buques de guerra, submarinos y aviones de combate, desde Ormuz hasta el mar de Omán.
Algo más que una bravuconada
El comandante de las Fuerzas Navales iraníes, el contraalmirante Habibollah Sayyari, dijo que respetarán los límites marítimos de países cercanos, ajustándose a la legislación internacional, “porque lo que quiere el Gobierno es mostrar su capacidad militar, pero también lanzar a sus vecinos un mensaje de paz y amistad”, indicó a la agencia oficial FARS. Curioso gesto de hermandad, que se suma a la maniobra que hace una semana desarrollaron en el Golfo Pérsico los Guardianes de la Revolución, fuerza de élite del régimen, que se pusieron a la altura de bases de EE UU en Qatar.
“No creemos que Irán vaya a cerrar Ormuz ni a atacar intereses norteamericanos en la zona. Sería un suicidio. Intentan mostrar fortaleza en un momento de debilidad interna, con su moneda cayendo, el petróleo bloqueado, los precios al alza y la población muy descontenta. Sin embargo, desconocemos la decisión final del ayatolá Ali Jamenei [líder supremo de la revolución] y no podemos afrontar las maniobras como una bravuconada, sino como una señal de alarma”, expone un oficial israelí, enlace con la Casa Blanca en el seguimiento de esta crisis.
Negociaciones nucleares
Los contactos con Irán para que detenga su programa nuclear deben retomarse en enero. Europa y EE UU los encabezan. Tratan de lograr que frene el enriquecimiento de uranio, que según la ONU puede cristalizar en el desarrollo de su primera bomba atómica. El Gabinete de Ahmadineyad lo desmiente, aferrándose a su derecho a fuentes nucleares de energía para uso civil. Pero se niega a abrir sus instalaciones a inspecciones. Por si acaso, Occidente reclama el cierre de algunas centrales y la salida del país de las reservas de uranio, como paso inicial.
Según informó The New York Times, se están dando pasos que evidenciarían un viraje lento pero firme de Teherán. Hay signos de que se está desacelerando el enriquecimiento de uranio, un mensaje a su contraparte para evitar el ataque directo, militar. EE UU lo ve como última opción, aún confiado en la diplomacia y el aislamiento, pero Israel se muestra más belicoso.
El diario cita por fuentes altos funcionarios de Washington y europeos. Todos constatan que Irán está desviando material para uso científico o sanitario. Según la OIEA (Organismo Internacional para la Energía Atómica), ya tiene 232 kilos de uranio enriquecido al 20% (una pureza que cuadruplica la necesaria para una central nuclear), cifra que podría crecer si pone en marcha todas sus centrifugadoras, más de 9.000, maquinaria triplicada en un año. Sin embargo, la mitad están paradas y al menos 96 kilos han sido convertidos en polvo o en placas de combustible, imposibles de usar luego para una bomba.
Si pierden 15 kilos por mes, pronto se llegará a un “punto de inflexión”, sostienen las fuentes. “Están poniendo sutilmente la mano en el freno –avisan–. Irán gana tiempo de forma calculada, usará esto en la negociación como gesto de buena voluntad”. Buscan también el levantamiento de las dolorosas sanciones, si su amenaza ya no parece inminente. Israel denunció en la ONU que en primavera o verano Teherán podría tener lista la bomba.
Coste económico
El debate sobre ataque sí o ataque no, más allá del riesgo de incendio en una región convulsa, se topa además con el coste económico. La revista The National Interest sostiene que el sentir de EE UU es que elevaría los seguros de los petroleros, supondría asumir el riesgo de desabastecimiento, armar a los aliados, mover tropa y mantenerla. Inasumible, por ahora. Eso también retrae a Israel. Entre armamento nuevo y ataques en su territorio necesitaría no menos de 50.000 millones de euros.
Vía | intereconomia.com
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