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17/8/14
Latinoamérica: zona de guerra
El gasto militar en América Latina aumentó alrededor de 60% en una década, entre 2% y 3% sólo el último año, al punto que algunos analistas hablan de una carrera armamentista encubierta.
"La región no está al borde de una contienda bélica, pero se está armando como si lo estuviera", advirtió ya en setiembre de 2009 el entonces canciller de Perú, José Antonio García Belaúnde. "Es una lógica perversa que no tiene razón de ser". Sostuvo que los mecanismos de integración en América Latina chocan con una "suerte de Guerra Fría de baja intensidad" por la confrontación "de dos modelos de desarrollo con criterios a veces muy excluyentes".
Las cosas no han mejorado desde entonces. Y el hecho es aún más llamativo porque en todo el mundo el gasto militar tiende a bajar. Si bien crece en Europa del este, Medio Oriente y Asia, Estados Unidos -la principal potencia- los redujo tras alejarse de Irak y Afganistán, en tanto Europa occidental y Australia los recortan por razones políticas y presupuestales.
Estados Unidos es, con mucha ventaja, el país con mayor gasto militar, seguido por China, Rusia y Arabia Saudita. Sin embargo, si se mira el gasto militar como porcentaje del producto bruto interno, o sea en proporción a la riqueza de cada país, los mayores gastadores a nivel mundial son Omán, Arabia Saudita, Afganistán, Israel, Angola, Argelia, Azerbaiyán, Líbano, Rusia y Armenia.
América Latina.
El prestigioso Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), sostuvo en su informe anual 2014 que la modernización de las Fuerzas Armadas y la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada explicaron la mayor parte del aumento en el gasto militar en América Latina. Pero no son las únicas razones.
En América Latina se compran y producen muchas armas porque en la región ahora hay mucho dinero, cosa extraña en la historia, por conflictos internos y porque sobreviven algunos viejos pleitos fronterizos y desconfianzas nacionalistas, junto a la aparición de nuevos discursos ideologizados. Chile se cuida de Argentina, Perú y Bolivia; Ecuador se cubre de Perú y Colombia; y Colombia, metida en un largo conflicto interno, mira de reojo a Venezuela, un rival histórico que renueva sus arsenales a todo trapo.
Incluso en Uruguay, un enano en términos militares que reduce año a año su gasto, hay cierto apremio por definir cuestiones sustanciales: ¿Es preciso comprar buques para patrulla marítima, y aviones caza para interceptar vuelos clandestinos? ¿De qué tipo? ¿A quién? También se demandan radares costeros, helicópteros navales, más entrenamiento, más presupuesto: más dinero.
O irmão maior.
El aumento del gasto militar en la región se enlenteció en 2013 pues Brasil bajó el ritmo de compras. Si se hace un promedio del dinero destinado a los militares entre 2006 y 2010, Brasil representa el 44% del total de América del Sur, Colombia el 17%, Venezuela el 11% (sus estadísticas son cuestionadas por diversos analistas), Chile el 9%, Argentina el 8,3%, Ecuador el 4,5% y Perú el 4%.
En los últimos cinco años (2009-2013) el gasto militar de Brasil promedió el 1,52% de su Producto Bruto Interno (PBI), según cifras del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo.
Colombia, país sumido en la violencia perpetua, destinó a gasto militar el 3,44% del PBI, Cuba al menos 3,3%, Ecuador el 3,12%, Chile el 2,14%, Uruguay el 1,96%, Bolivia el 1,64%, Perú el 1,32%, Paraguay el 1,28%, Venezuela el 1,1% y Argentina un muy bajo 0,74%.
Entre 2004 y 2012 la inversión anual en defensa de Brasil aumentó 480%. Gasta 10 veces más en armamento que Argentina, cuya economía es sólo cinco veces y media menor.
Tras la guerra de las Malvinas en 1982, Argentina abandonó sus pretensiones militaristas. De hecho, sus fuerzas armadas se empobrecieron drásticamente. Mientras tanto Brasil, un gigante sin enemigos de su talla en la región, ahora piensa en sus responsabilidades estratégicas -y en la protección a largo plazo de los enormes yacimientos petroleros de su plataforma marítima.
Después de muchos años de estudios y cabildeos para elegir un avión cazabombardero de última generación, el año pasado el gobierno de Dilma Rousseff optó por el Saab 39 Gripen sueco y descartó ofertas estadounidenses y francesas. El aparato, cuyo motor es de diseño estadounidense, tendrá sistemas integrados modernos, radares de última generación y capacidad para emplear armas de fabricación nacional. Suecia transferirá todos los secretos tecnológicos. La inversión total se estima en torno a 4.500 millones de dólares, a pagar durante una década.
Potencia nuclear.
Por su parte la Marina brasileña desarrolla un plan de largo plazo que incluye la construcción de dos grandes portaaviones y 26 submarinos, entre ellos seis de propulsión nuclear, el primero operativo en 2024. Francia proporciona la tecnología y parte del reactor y el uranio enriquecido serán producidos en Brasil.
El Programa Nuclear de la Marina de Brasil se inició en 1978 y ya lleva gastados alrededor de 1.000 millones de dólares. Con estos sumergibles, Brasil será el sexto país del mundo en contar con submarinos nucleares, tras Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU).
Brasil marca perfil económico, político y militar propio. Quiere tecnología bélica avanzada y pretende multiplicar sus ventas de pertrechos al exterior. El expresidente Luiz Inácio "Lula" Da Silva lo dijo claramente en 2008 en Madrid: "Brasil es una potencia emergente regional, e incluso global, y por ello debe completar el proceso atómico".
Colombia y Chile.
Colombia gastó 12.500 millones de dólares en 2013, que equivalen a la cuarta parte del producto bruto de Uruguay. Las estadísticas venezolanas, país que está comprando gran cantidad de armamentos, son menos confiables. Pero a nivel mundial, Venezuela ocupó el lugar décimotercero entre los importadores de armas entre 2008 y 2012, de acuerdo con el SIPRI, con el 2% del total de entregas. Ese país, que enfrenta tensiones externas e internas, debe a Rusia al menos 4.000 millones de dólares por equipamiento militar reciente.
Chile, rodeado de antiguos enemigos, cuenta con un presupuesto militar generoso gracias a la "ley reservada del cobre" de 1958, que retiene una parte de las exportaciones de cobre para financiar a las Fuerzas Armadas. Sin embargo el gasto militar chileno ha caído sin pausa al menos desde 2001. Chile se arma en sintonía con la OTAN, pues cultiva sus vínculos defensivos fuera de la región, en particular con Estados Unidos y Gran Bretaña. Adquirió un buen número de los eficaces cazabombarderos estadounidenses F-16, con electrónica avanzada, y cuenta con buena disponibilidad de repuestos y armas. Ninguno de sus vecinos tiene algo similar para competir. También posee unos 200 de los muy eficaces tanques pesados alemanes Leopard I y II, de entre 42 y 60 toneladas, muy superiores a los argentinos TAM, de 30 toneladas, y a los veteranos T-55 peruanos. También Brasil y Ecuador poseen tanques Leopard, de la versión I, más antigua, y en menor número. Brasil además tiene tanques pesados estadounidenses M60 Patton, más antiguos, y miles de blindados para transporte de personal de producción propia. Además el Leopard II monta un cañón de 120 milímetros, que supera con amplitud la pegada de los cañones de 105 milímetros que arman al grueso de los blindados principales en América Latina.
Rearme bolivariano.
Venezuela, una nación rica en petróleo y con 30 millones de habitantes, inició en la última década un proceso de rápido rearme bajo del liderazgo de Hugo Chávez. No puede adquirir material estadounidense, como era habitual, por el veto de la era de George W. Bush, por lo que se abastece en Rusia, China y otros países.
Compró 24 cazabombarderos rusos Sukhoi 30, una versión del muy moderno Sukhoi 35 con electrónica menos avanzada. También dispone del versátil caza estadounidense F-16, pero una versión antigua, comprada en 1983, con electrónica superada y para la que no dispone de repuestos ni municiones.
Venezuela adquirió también dos centenares de tanques T-72 ex soviéticos modernizados, que complementan a sus veteranos carros franceses AMX-30 y una gran variedad de transportes blindados de personal. También, al menos en teoría, puede movilizar hasta 350.000 milicianos armados con fusiles FAL y AK y pobremente entrenados.
Colombia, un país con 48 millones de habitantes, dispone de muchos vehículos blindados livianos, apropiados para el combate anti-insurgencia y en terreno selvático pero no contra tanques pesados. Su aviación sigue pautas similares. Los aparatos más avanzados, Mirage V (franceses) y Kfir (desarrollo israelí del Mirage), no pueden competir con los SU-30 venezolanos. Pero su infantería es de temer. Es muy numerosa, está bien armada, se moviliza en un centenar y medio de helicópteros de procedencia estadounidense y rusa, recibe asistencia técnica de Estados Unidos e Israel y tiene medio siglo de experiencia en conflictos civiles: la eterna lucha contra las guerrillas y el narcotráfico, que ha costado unas 150.000 vidas.
Perú y Ecuador.
Perú, bien armado aunque no como antes, en las últimas décadas fue perdiendo el paso detrás de Chile, ante quien cedió un trozo de su territorio sureño en la Guerra del Pacífico de 1879-1883. Los peruanos tienen una abigarrada combinación de cazabombarderos rusos Mig-29 y Sukhoi 25 y franceses Mirage 2000, tanques ex soviéticos T-55 y franceses AMX-13, y variedad de transportes blindados de personal.
Ecuador libró combates con los peruanos hasta 1995 por trozos de territorio y en años recientes ha tenido choques con Colombia. Sus cazabombarderos de primera línea son respetables: Cheetah (desarrollo sudafricano del Mirage III francés), Kfir israelíes (otro desarrollo del legendario Mirage III) y Mirage F-1 franceses, además de pequeños turbohélices Super Tucano brasileños para ataque a tierra.
El Ejército ecuatoriano cuenta con muchos blindados ligeros, que recientemente reforzó con 60 tanques Leopard I, arma muy competente cedida por Chile.
El paréntesis argentino.
La estrella militar de Argentina, una potencia regional desde el siglo XIX, decae sin cesar tras su derrota en la guerra de las Malvinas de 1982 y el fin de los aprestos de combate contra Chile. Posee el mismo tipo de aviones de primera línea de entonces, con ciertas actualizaciones aunque en menor número: A-4 Skyhawk, Mirage III y V y variantes israelíes del Mirage V, complementados con aviones de ataque biturbohélice Pucará.
La punta de lanza de los blindados del Ejército son los tanques TAM de 30 toneladas. La Armada argentina sigue siendo relativamente poderosa aunque ya no cuenta con portaaviones (en América Latina sólo Brasil tiene uno y tendrá dos en las próximas décadas) y sus buques y aviones han envejecido.
En conjunto, las Fuerzas Armadas argentinas tienen menos hombres, menos material y menos presupuesto del que dispuso en la dictadura de 1976-1983.
Los fines del Estado.
Si se comparan inventarios, Brasil es la primera potencia de la región, y la distancia será enorme cuando comience a recibir sus nuevas compras y a producir más materiales. En un segundo escalón están Colombia, Chile y Venezuela. El tercer escalón sería ocupado por Argentina, Perú y Ecuador. Uruguay estaría en el último escalón, junto a Bolivia, Paraguay y las naciones de América Central —con excepción de México, cuyo armamento está más bien focalizado en el combate interno al narcotráfico. Mientras tanto Cuba sobrevive como una pequeña potencia militar, con equipamiento ex soviético muy numeroso aunque obsoleto, más propio de la Guerra Fría.
Claro que en un conflicto no sólo cuenta el material, sino también, y más aún, su cantidad, el entrenamiento del personal, la voluntad de lucha y la idoneidad de los mandos. Pero ante todo se requiere saber para qué se compran armas pues, según la vieja y conocida afirmación de Carl von Clausewitz, la guerra es la continuación de la política de un Estado por otros medios.
VENDEDORES
Los mayores proveedores de armas en 2009-2013 fueron Estados Unidos (29% en las exportaciones globales), Rusia (27%), Alemania (7%), China (6%) y Francia (5%).
COMPRAR NUEVO "A LO POBRE"
El 28 de julio la Comisión de Defensa del Senado uruguayo expresó su voluntad unánime de que "la Armada Nacional pueda contar con Patrulleros Oceánicos adecuados". Entre sus miembros se cuentan algunos de los principales referentes políticos, como el ex presidente Luis A. Lacalle, Lucía Topolansky, el ex vicepresidente Rodolfo Nin Novoa o el ex ministro de Defensa, Luis Rosadilla. Lacalle fue específico: "Quiero embarcaciones que sirvan para el propósito de patrullar, ayudar y salvar, pero también para hundir a los barcos que corresponda, llegado el momento". Propuso una emisión de deuda a largo plazo para pagarlos y llamó a "comprar bien y no a lo pobre, lo que sobra, lo que no funciona". Contó que cuando asumió en 1990 la Presidencia, "teníamos 28 clases de aviones en la Fuerza Aérea".
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