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7/10/12
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La invasión a Siria vista por un chileno
por Juan Francisco Coloane
Muerte y devastación reinan por doquier bajo un régimen sanguinario que no vacila en bombardear a sus descontentos compatriotas para mantenerse en el poder. Así es el panorama que describen día a día los grandes medios de la prensa occidental al referirse a la situación en Siria. De visita en Damasco, el escritor y periodista chileno Juan Francisco Coloane, ve y percibe una realidad muy diferente.
Nota 1
Llegué a Damasco
Plena de actividad. Se ve comercio funcionando, gente circulando, una ciudad agitada por el diario vivir. Damasco está bajo control total, salvo la tensión del ataque terrorista. La gente hace su vida aunque hay desplazados que se han venido a Damasco por los ataques de una Contra muy similar a la de Nicaragua.
Hay una mezcla de terrorismo Talibán tipo Afganistán, con Contras mercenarios tipo Nicaragua. La mano de la CIA y las operaciones hechas por gobiernos republicanos se ve muy clara (ver artículo escrito ya en 2005: «Siria: un objetivo militar imperialista» nota de la redacción). En Siria se esta dando una especie de "madre de todas las batallas" como resistencia a la hegemonía de EEUU e Israel en la zon a.
Todo lo que he escrito en mis columnas se confirma. Esta fue una revuelta al principio espontánea, pequeña, aunque también inducida en parte, que después se expande artificialmente bajo el plan de derrocar el gobierno, que es el antiguo plan de desestabilizar la región. Es un Plan Neocon del grupo duro de neoconservadores que presionaron para invadir Irak en 2003.
Es la misma partitura con músicos parecidos, y con un director ambiguo como Obama, porque en su fuero interno él prescribía otra partitura, menos confrontacional. Como dijeron miembros del gobierno de Netanyahu, lo que importa es lo que deciden los representantes republicanos pro Israel y no lo que dice Obama.
Ahora con la elección, es probable que no pase mucho en Siria en ningún sentido, y menos en el sentido de intervención militar directa de la OTAN. Lo que sí habrán atentados terroristas, y para eso el gobierno ha tenido que ampliar su estrategia. Es un crimen lo que esta haciendo la Alianza Occidental en contra del Estado y del pueblo sirio, para derrocar un gobierno que es autónomo. Es colonialismo puro con todas sus letras.
Disculpa los errores. Estoy en un cybercafé con teclado en árabe, mi conexión BlackBerry no funciona porque estoy en un hotel en pleno centro de Damasco, lejos del barrio norte de las embajadas y el lujo. Les escribo mas adelante a medida que vaya palpando la situación. El gobierno no cederá y la desinformación es inmensa.
Hoy, la llamada revuelta es más de un 70% terrorismo y amenaza a las personas por este medio. EFE miente, Le Monde miente, BBC da miedo. Estuve en un barrio periférico de Damasco que la BBC dijo había sido diezmado y tomado por los rebeldes y era falso.
Por otra parte Estados Unidos, Francia y Reino Unido tienen bloqueado todo el aspecto de comunicaciones de Internet y de tarjetas de crédito y otras conexiones electrónicas para dar una sensación de aislamiento y de un gobierno que colapsa. Y no colapsa y no colapsará mientras haya apoyo a Siria.
Nota 2
Afganistán y Siria: El contraste y el dilema imperial
En la campaña presidencial en Estados Unidos, los equipos de Barack Obama y Mitt Romney se despedazan a través de acusaciones agresivas en una polarización nunca vista, según los analistas de mayor peso. Mientras, en el plano internacional, la zona del Asia más próxima a Occidente también se despedaza, aunque por otras razones.
El asignar en forma unilateral en ciertos cuarteles la mayor responsabilidad de violencia al gobierno sirio, omitiendo el apoyo que Estados Unidos y países de la Unión Europea aportan a los rebeldes, podría resultar en la desintegración del Estado sirio. Barack Obama ha sido demasiado pertinaz en este sentido y como es estudioso más bien le eché una mirada más a la historia afgana.
Al exacerbar la evaluación de la situación de violencia en Siria en estos términos, hay que tener presente lo que sucede a una distancia de poco más de 3 000 km, en Afganistán, donde infructuosas y sucesivas invasiones mezcladas con guerras de ocupación y liberación han deteriorado aún más la posibilidad de que exista un Estado.
Dicho con el respeto que me merece la nación afgana, que pude conocer de cerca durante la ocupación soviética, un Estado como el de Siria –antes de la formación del ejército rebelde– es a lo que los afganos que conocí quisieran aspirar por el momento. Es probable que en los entretelones del Pentágono y del Departamento de Estado estadounidenses, aún con toda la retórica anti-Assad por resistir la insurrección, muchos de los asesores que han secundado la aventura estadounidense en Afganistán, al colocar la mirada en el largo plazo, prefieran que el Estado sirio no colapse.
Con todos los defectos que se le puedan encontrar, el Estado sirio es claramente lo más moderno a lo que se pueda aspirar en Afganistán y, por qué no, en cualquier país de esa región con la excepción de Irán y El Líbano. A menos que los objetivos de EEUU y sus aliados estén delineados para liquidar a todos los Estados del Medio Oriente y zonas adyacentes, y refundar la región desde sus raíces, el grupo de asesores de las instituciones que contribuyen a ese empeño podrían acudir a las advertencias provenientes de la India en el época de la invasión soviética en Afganistán, advertencias que han ganado vigencia en la actual situación. La India ha corregido su inclinación a apoyar una intervención militar en Siria comenzando por abstenerse.
Una narración premonitora que es válida más allá de la ocupación soviética de tres décadas atrás, proviene de Kannan Srinivasan en su artículo “Afghanistan and Imperial Choice”, publicado en la revista Economic and Political Weekly del 18 de junio de 1983.
Para Srinivasan, un requerimiento histórico sustancial en la ocupación colonial ha consistido en que los territorios conquistados apoyen a la fuerza expedicionaria que efectúa la conquista. Lo significativo de la historia colonial o de intentos de conquista en Afganistán, ha consistido en que en ningún período de los últimos ocho siglos de historia, han existido condiciones para extraer un surplus que permita mantener o sustentar un ejército, sea éste local o foráneo.
Desde su origen, la nación afgana no ha sido capaz de recaudar un volumen mínimo de recursos ni siquiera para desarrollar las funciones más básicas de un Estado. El Estado afgano siempre ha dependido de la ayuda externa. El intento de colonización británica fracasó en Afganistán por la dificultad de identificar un conjunto de intereses locales para sustentarlos y subsidiarlos hasta poder generar un mínimo de autosuficiencia, señala en un detallado artículo el analista indio.
A este rasgo fundamental hay que agregar la disparatada conformación de la territorialidad afgana. cuyas fronteras surgen de los acuerdos de las grandes potencias coloniales, como sucedió con África a fines del siglo XIX. La variedad de grupos étnicos que habitan dentro de las fronteras afganas son el resultado de la partición impuesta por las potencias y expresan una realidad no demasiado sui generis en relación a otras naciones del sur del Asia central, aunque en el caso de Afganistán parece haberse exacerbado con el tiempo, precisamente al no poder Afganistán construir un Estado propiamente dicho y al permanecer, literalmente, como un territorio de varias naciones pequeñas en una más grande que no funciona o que no existe para el más exigente.
Es fundamental tener presente esta situación histórica de Afganistán cuando se debate una posible intervención militar en países como Siria e Irán, que sí tienen Estados constituidos. Desde el punto de vista histórico y de que estas dos naciones no estén acopladas a la Alianza Occidental, cualquier argumentación es insuficiente si al derrocar un gobierno se destruye el Estado. En Chile sucedió, en la medida chilena, esa destrucción del Estado, de la cual el país no se ha podido recuperar y debe ser el fenómeno donde han ocurrido dictaduras similares a las de Pinochet.
Al observar la experiencia de Afganistán, más bien no habría un argumento suficiente del todo para justificar la destrucción de Estados. En 800 años Afganistán no ha podido construir uno. Siria e Irán sí lo han hecho durante un período de tiempo inclusive más extenso. Todo ese esfuerzo de varios siglos se puede desplomar de un plumazo por una lectura equivocada de la historia presente y pasada.
Las manifestaciones frente a las embajadas de Estados Unidos en varias partes del planeta ocurren en naciones que han estado sometidas al daño colonial y esa condición se convierte en una angustia porque esos pueblos, esa gente, a la hora de emigrar hacia las naciones del “centro desarrollado”, son discriminados y perseguidos.
El oportunismo político que caracteriza a muchas naciones y grupos de interés que agitan la bandera de los Derechos Humanos para lograr determinados objetivos políticos, podría resultar en una amarga experiencia, tanto desde el punto de vista humanitario como estratégico, en el caso de que Afganistán y Siria representen un botín de zonas de influencia y expansión. Esta última opción –que, con toda probabilidad lo es– llama la atención porque las lecciones de la historia no cuentan a la hora de colocar la ambición de expandirse.
Si es el imperialismo occidental a secas, o es el rostro del capital transnacional operando a través de las naciones coloniales e imperialistas tradicionales, da exactamente lo mismo, si nos atenemos a lo que ha sucedido en Irak y Afganistán y comienza a suceder en Siria. El sistema de convivencia internacional pende de acuerdos comerciales más que de realidades políticas. Pareciera ser que las repúblicas de pronto hubieran desaparecido y solo permanecen vivas las células de las corporaciones multinacionales.
Juan Francisco Coloan
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