La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se ha convertido en el primer ejército global nunca antes visto en la historia de la humanidad. Nunca antes hubo soldados de tantos diferentes países o estados en el mismo teatro de guerra, mucho menos ocupando e invadiendo una misma nación. En el octavo aniversario de la invasión de EE.UU. a Afganistán, el mundo es testigo de un conflicto armado del siglo XXI emprendido por la coalición militar reunida más grande de la historia.
Con los recientes avisos de que nuevas tropas de diversas naciones —Colombia, Mongolia, Armenia, Japón, Corea del Sur, Ucrania y Montenegro— se unirán a las fuerzas de otros 45 países bajo el comando OTAN de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, pronto en Afganistán habrá personal militar de 50 naciones y cinco continentes sirviendo bajo una estructura de mando unificado.
La cumbre del aniversario 50 de la OTAN en Washington, D.C., en 1999, dio la bienvenida a la primera expansión del único bloque militar del mundo en la era posguerra fría, con la absorción de los antiguos «enemigos» miembros del Pacto de Varsovia: República Checa, Hungría y Polonia. Dos años más tarde, después de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, D.C., la OTAN activó el Artículo 5 de la Organización, que reza: «Los miembros están de acuerdo en que un ataque armado contra uno o más de ellos, en Europa o en Norteamérica, será considerado un ataque contra todos».
El propósito principal, que invocó entonces la cláusula de ayuda mutua de la OTAN, fue reunir un bloque militar de 19 naciones para invadir y ocupar Afganistán, además de colocar tropas, aviones de combate y bases en el centro y sur de Asia, incluyendo Kirguistán, Paquistán, Tayikistán y Uzbekistán. También la OTAN consiguió los derechos de paso aéreo sobre Kazajistán y Turkmenistán, y adquirió nuevas bases aéreas en Bulgaria y Rumania, utilizadas desde entonces para el tránsito de tropas y armas a la zona de guerra afgana.
La guerra contra Yugoslavia en 1999 fue la primera operación aérea de la OTAN «fuera del área», es decir, fuera de Norteamérica y de las naciones europeas de la Alianza. La emprendida contra Afganistán marcó su transformación en una máquina de combate para la guerra global. Sus funcionarios ahora emplean términos tales como «global», «expedicionaria» y «siglo XXI» para describir a la Organización y sus operaciones.
Los miembros de esta coalición con tropas desplegadas en Afganistán incluyen a Bulgaria, República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán, así como a diez naciones europeas que nunca antes habían sido parte de un bloque militar: Austria, Bosnia, Finlandia, Irlanda, Macedonia, Malta, Montenegro, Serbia, Suecia y Suiza. Los 28 miembros iniciales de la OTAN también tienen tropas en Afganistán.
Los nuevos miembros fueron preparados para su completa adhesión al bloque militar, bajo el programa «Sociedad por la Paz» (Partnership for Peace, PfP), que exige interoperabilidad con el armamento (desechando las armas de la Rusia contemporánea y del fenecido Pacto de Varsovia, para favorecer a las occidentales).
Para los futuros miembros, ello trae como consecuencia un incremento del gasto militar del 2 % de su presupuesto nacional, sin importar cómo afecte económicamente a la nación signataria la expulsión del personal «políticamente no confiable» de las fuerzas militares, de la defensa y seguridad, el entrenamiento en academias militares OTAN en el extranjero, el establecimiento de estos países como sede de ejercicios militares de EE.UU. y la instrucción al cuerpo de oficiales en un idioma común —el inglés— para las operaciones conjuntas de ultramar.
Al cumplirse el noveno año del calendario de guerra en Afganistán, y ahora con su extensión a Paquistán, el historial de la Organización del Tratado del Atlántico Norte registra despliegues militares comunes, antiguos y actuales, en Bosnia, Albania, Kosovo, Macedonia, Djibouti, Irak, Kuwait, Jordania, Sudán y en aguas somalíes. La OTAN tiene fuerzas en el Cuerno de África, sobre todo en Camp Lemonier, Djibouti, donde ha conducido operaciones de vigilancia marítima y de embarque. El otoño pasado se desplegó su primer grupo de trabajo naval en la costa de Somalia.
En la cumbre de 2004, celebrada en Turquía, la Organización también aumentó su diálogo mediterráneo, cuyos interlocutores son Argelia, Egipto, Israel, Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez, y con la llamada Iniciativa de Cooperación de Estambul, situaron infraestructura militar en los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo: Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos; este último es el único estado árabe que hasta la fecha tiene tropas en Afganistán.
La guerra afgana ha llevado a otra categoría de asociación OTAN, llamada Países de Contacto, que hasta ahora incluye oficialmente a Australia, Japón, Nueva Zelandia y Corea del Sur.
La Alianza también tiene una Comisión Tripartita con Afganistán y Paquistán para la prosecución de una peligrosa expansión de la guerra en Asia del Sur, y los líderes de defensa, militares y políticos de ambas naciones son regularmente convocados a las oficinas de la OTAN en Bélgica para participar en reuniones y recibir directivas.
Los soldados afganos y paquistaníes son entrenados en bases de la OTAN en Europa. Del 20 al 24 de julio de 2009 un seminario de contrainsurgencia reunió en Atlanta, Georgia, a líderes de alto rango de las fuerzas armadas de EE.UU. y Paquistán. El coronel Daniel Roper, director del Centro de Contrainsurgencia del Ejército y el Cuerpo del Marines de EE.UU., resumió las memorias del encuentro: «Esta semana presentamos algunas doctas lecciones sobre contrainsurgencia, que utilizamos para estimular la conversación. Tomamos nuestras experiencias anteriores en Irak y las aplicamos a nuestro estado actual.
También intercambiamos con profundidad nuestros puntos de vista sobre los desafíos en Afganistán, Paquistán y Asia del Sur». Esta última, tratada «con profundidad», incluye no solo a Afganistán y Paquistán, sino a la India, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka.
En la mayor guerra afgana de Occidente no solo está incluida «Asia del Sur “con profundidad”», sino también Asia Central y la Cuenca del Mar Caspio. En ambas áreas ya hay naciones actualmente involucradas en el abastecimiento de bases de fuerzas de EE.UU. y OTAN (Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán) y las redes de la Organización están absorbiendo con fuerza a esas tropas de abastecimiento y servicios auxiliares. El 7 de agosto de 2009, el entonces jefe del Pentágono, Robert Gates, expresó su satisfacción porque Kirguistán, que a principios de ese mismo año desalojó a las tropas de EE.UU. y la OTAN de la base aérea de Manas, tras saborear el soborno, permitió que los militares estadounidenses condujeran otra vez su tránsito a través de la misma base. El nuevo arreglo «permitirá a EE.UU. y a Kirguistán continuar sus relaciones militares altamente productivas creadas anteriormente».
Asimismo, la influencia de Kazajistán, miembro de la «Asociación para la Paz», por parte del Pentágono y la OTAN, insertaría simultáneamente una presencia militar occidental hostil en las fronteras de Rusia y China.
En el vecino de Kazajistán hacia el sur de la Cuenca del Mar Caspio, o sea, Turkmenistán, el Pentágono no ha sido menos activo últimamente. A finales de julio, el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, William Burns, anunció la creación de una estructura descrita como comisión intergubernamental para consultas regulares con Turkmenistán, que «marcan progresos en la contribución a la estabilidad en Afganistán y a través de la región».
Turkmenistán se está desarrollando calladamente como un importante centro de transporte para abastecer a la red septentrional, que comenzó a utilizarse para suplir de materiales no letales a las fuerzas de EE.UU. y de la OTAN en Afganistán.
Recientemente se anunció que Mongolia enviaba un contingente inicial de 130 soldados para servir en Afganistán bajo la OTAN.
El involucramiento de Mongolia en Irak y Afganistán ha ayudado a cimentar su alianza con Estados Unidos. Junto con Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán, la guerra en Asia del Sur está siendo explorada por Washington y Bruselas para imponer sus estructuras militares en naciones vecinas de Rusia y China, a fin de cercar mejor a dos de los principales competidores de Occidente en esa región y en el mundo.
La guerra afgana no es ninguna guerra cualquiera. El ejército alemán ha podido entablar sus primeras operaciones de combate desde la derrota del Tercer Reich en 1945; también los soldados finlandeses entraron en combate por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial y las fuerzas suecas, tras un período de casi 200 años. El único beneficiario de esta conflagración es la tan rápidamente emergente OTAN global.
Rick Rozoff
Vía | voltairenet.org
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